Cuando en las grandes multinacionales expertos en marketing y diseño dedican una enorme cantidad de horas a decidir los colores corporativos puede parecer algo excesivo, pero esto no es del todo así.
Culturalmente los colores tienen un significado asociado y ese valor se transmite a las marcas y los productos. La identidad visual y el uso del color se presentan como grandes herramientas de diferenciación en la imagen de marca. Ayudan a que estas sean reconocidas, ya que captan la atención de los consumidores, y logran transmitir significados concretos.
Cualquier negocio puede beneficiarse de un buen uso de los colores como recurso para influir en la decisión de compra e incrementar sus ventas. Por ejemplo, vemos que algunas marcas suelen usar colores cálidos como el rojo, asociado a compras impulsivas; mientras que otras usan colores fríos cómo los azules, al asociarse a compras planificadas.
Por norma general, los colores tienen los siguientes significados:
- Rojo: amor, pasión, excitación e impulsividad.
- Azul: calma, tranquilidad, sabiduría y fidelidad.
- Verde: naturaleza, frescura, lógica y esperanza.
- Amarillo: juventud, alegría, diversión y amistad.
- Naranja: entusiasmo, vitalidad, calidez y energía.
- Morado: poder, misticismo y tranquilidad.
- Blanco: paz, positivismo, pureza e inocencia.
- Gris: tristeza, melancolía y aburrimiento.
- Negro: elegancia, lujo, misterio y temor.
Por tanto, a la hora de definir la identidad de una marca y como se quiere posicionar en el mercado, es muy útil elegir los colores que ayuden a que el potencial cliente identifique dicha marca de la forma buscada, y que en definitiva se consigan mayores ventas con esta percepción.